viernes, 26 de agosto de 2011

SEGURA DE LA SIERRA, II


Camino deprisa
por las callecitas empinadas
tratando de llegar al hotel
antes de que estalle la tormenta.


El cielo se ha transformado en escenario
para un espectáculo grandioso
en el que un director enloquecido
va acumulando ráfagas de colores
recién inventados.


Camino deprisa
por las callecitas batidas por el viento
pero de vez en cuando me detengo
para contemplar cómo ese cielo
en el que un genio despliega colores nuevos
va descendiendo sobre las montañas
que rodean la villa.


Y de repente se abre la bóveda
y empieza a caer agua con tal fuerza
que en un instante las estrechas callecitas
se convierten en tumultuosos arroyos.


Me refugio debajo de una pérgola
que sostiene las anchas hojas de una parra
y observo cómo se desmorona el cielo con violencia
sobre la tierra.
Los truenos retumban interminablemente
por las embravecidas callecitas
y los relámpagos amenazan
con rasgar los tejados.
Sobrecogida, presencio el ensayo
del fin del mundo
encogida bajo el escaso abrigo
de la pérgola.


Siento algo entre los pies y miro
y veo a un dorado gato siamés
que se acurruca junto a mis botas.


Temblando, levanta la cara hacia mí
y, a la luz de la tormenta,
refulgen sus ojos, azules y asustados.
Muy azules. Muy asustados.
Maúlla pidiendo ayuda.
Se aprieta contra mis piernas.


Le acaricio la dorada cabeza
y siento cómo tiembla.
Es un animal fino y dorado,
de pelo suave y ojos como diamantes,
surgido de la nada,
surgido de la misma tierra aterrorizada
por el despliegue tremendo del cielo.
Me mira. Se aprieta contra mí. Maúlla.
A través de la tela del pantalón
siento sus uñas y su miedo.
Los truenos se suceden sin tregua
y el gato retrocede.
Acaricio su lomo estremecido.


Ahí estamos,
refugiándonos de la tormenta del fin del mundo,
el gato nacido de la tierra aterrada
y yo, convertida en su amparo;
yo, convertida en el único ser humano,
y el gato-tierra,
los dos bajo el cobijo de la parra,
contemplamos cómo frente a nosotros
la oscura callecita
va transformándose en río tumultuoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario