domingo, 22 de abril de 2012

CARTAGENA, II


Al puerto de Cartagena llegaban continuamente
ideas de diversa procedencia.


La tradición afirma que el apóstol Santiago arribó a Hispania
a través de Cartagena,
en la segunda mitad del siglo I después de Cristo.
A partir de esa creencia se forjó la leyenda
de que en Cartagena se inició el culto cristiano en Hispania,
de que Santiago fue el fundador de la diócesis,
y de que bajo los restos de la actual catedral de Cartagena
se encuentran los cimientos
de la que fue primera iglesia de España.
De este punto parte una de las rutas jacobeas.
Excavaciones arqueológicas
han encontrado en el subsuelo de la catedral
una vivienda romana con mosaicos,
pero sin ninguna inscripción cristiana.


***


Los primeros datos sobre la existencia
de una comunidad cristiana en Cartagena
se remontan al Concilio de Elvira (Granada),
hacia el año 300 después de Cristo,
al que asiste el presbítero Eutiques
en representación de aquélla.


Al Primer Concilio de Toledo,
hacia el año 400 después de Cristo,
ya asistió el obispo de Cartagena, Hilario.

Desde este momento hasta la dominación bizantina,
iniciada hacia el 555,
pese a existir una lista legendaria de obispos,
sólo se conoce el nombre
de otros dos representantes del obispado.


En el siglo VI, en la época bizantina,
existió la diócesis de Cartagena,
basada en la antigua provincia creada por Diocleciano,
la Carthaginense.
Durante el periodo bizantino,
la diócesis carthaginense fue sede metropolitana
hasta que un decreto del rey visigodo Gundemaro
trasladó la sede a Toledo en el año 611.

Pero no queda ningún vestigio arqueológico ni documental
que permita ubicar la que debió ser catedral de Cartagena
antes de la invasión musulmana.


Poco se sabe de la Iglesia visigoda de Cartagena
tras la expulsión de los bizantinos hacia el año 621.


***


En 1243, cuando el príncipe Alfonso (el futuro Rey Sabio)
emprende la campaña para reconquistar el Reino de Murcia,
solicita al papa la restitución de la diócesis de Cartagena.
La ciudad de Cartagena era en esos momentos
una localidad disminuida,
carente de la importancia que tuviera bajo Cartago o Roma.
La restauración de la sede episcopal
respondía más a razones sentimentales e históricas
que a una necesidad real.
Obedecía sobre todo a los deseos del infante Alfonso
de restituir el antiguo orden romano.

En 1245 Alfonso reconquistó Cartagena.

En 1250 el papa comunicó a Fernando III de Castilla
el restablecimiento de la diócesis de Cartagena.
El primer titular de la nueva etapa del obispado
fue fray Pedro Gallego, confesor del príncipe Alfonso.


Existe discrepancia entre los investigadores
sobre si realmente se inició entonces
la construcción de una catedral en Cartagena.
En los documentos medievales y renacentistas
el templo situado en el cerro de la Concepción
aparece nombrado como “Iglesia Mayor”,
y sólo empieza a denominarse “Catedral Vieja”
a partir del siglo XVIII.
Se levantó en el solar que, posiblemente,
hasta entonces había ocupado la mezquita árabe,
dada la existencia en el interior del recinto sacro de un aljibe,
algo habitual en los lugares de culto musulmán.
Se levantó cerca del recinto fortificado.


Hacia 1270, el rey Alfonso X el Sabio
creó la Orden Militar de Santa María de España,
para la defensa naval de la Corona de Castilla,
poniéndola bajo el patrocinio de una imagen medieval,
la Virgen del Rosell,
y estableciendo su sede principal
en un convento cisterciense de Cartagena,
que podría ser este edificio.


En 1278 el segundo obispo de la diócesis
solicitó al pontífice el traslado oficial
de la sede episcopal y el cabildo a Murcia,
donde el obispo residía de hecho desde hacía tiempo.
El papa no otorgó la autorización.

En 1291, Sancho IV el Bravo
concedió permiso para el traslado,
aunque el rey carecía de potestad para dar la autorización,
pues era competencia del pontífice.
Por ello, la diócesis mantuvo el nombre de carthaginensis,
aunque dejó de radicar en Cartagena.


Perdía sentido, por tanto, la existencia de una catedral.
Consiguientemente, dejaron de aportarse
los fondos suficientes para construir una obra de envergadura.
La construcción final fue más un templo parroquial que una seo.
La edificación sufrió periodos de gran decadencia,
debido a la nula colaboración del cabildo diocesano
en el mantenimiento del templo.


A finales del siglo XVI ya la iglesia amenazaba ruina
debido a la poca consistencia del terreno
sobre el que se hallaba construida en parte.
En 1576 la iglesia precisaba de urgentes obras de reparación,
pues su estado había obligado a apuntalar el altar mayor.
En 1599 el Concejo recogía en sus actas
la acuciante necesidad de reparar el edificio.

A finales del siglo XVII el templo, arruinado,
era cada vez menos visitado por los fieles.
Los hundimientos eran frecuentes
y en algún caso hubo que cerrar la iglesia
y trasladar sus imágenes
para atender a sus reparaciones más precisas.

Sin embargo, hasta el siglo XVIII la iglesia-catedral
era el único templo diocesano de la ciudad
y, en consecuencia, la parroquia de Cartagena.


***


El ayuntamiento de la ciudad
nunca estuvo conforme con el traslado de la diócesis,
y son frecuentes a lo largo de los siglos
las demandas al Vaticano para la restitución del obispado.
Con este motivo, se inició en el siglo XVIII
la construcción de la actual iglesia de Santa María de Gracia,
un templo de dimensiones catedralicias,
que se levantó con la pretensión de convertirlo
en sede del obispado cartaginense,
debido al mal estado en que se encontraba
el edificio de la primitiva catedral.


***


A finales del siglo XIX
la cimentación de la catedral vieja falló
y se hundió el ábside y casi todo el hastial norte.
Se conservan muy escasos restos
de la primitiva construcción.
De la iglesia medieval sólo quedan
algunos arcos y pilares.
La restauración se encargó, a comienzos del siglo XX,
al arquitecto Víctor Beltrí,
autor de muchas obras modernistas en la ciudad,
quien, más que restaurar, construyó un nuevo templo
en estilo neorrománico, con algunos elementos modernistas,
desfigurando completamente el edificio medieval
y ocultando algunas de las estructuras primitivas.
En la nueva decoración, destacaban,
realizados con hormigón y a molde,
los ángeles adosados a los pilares
y los rostros que adornaban las fachadas.
Los moldes fueron realizados por el propio arquitecto,
que opositó durante muchos años sin éxito
a distintas cátedras de escultura.


***


A comienzos de la Guerra Civil, el 25 de julio de 1936,
el templo fue asaltado por las tropas republicanas
y derribados y quemados sus altares e imágenes,
y en su interior se instaló una checa.
De su patrimonio artístico sólo pudo salvarse,
por la intervención del entonces cronista de la ciudad,
la imagen de la Virgen del Rosell y los Cuatro Santos de Cartagena
(Santa Florentina, San Fulgencio, San Leandro,
y San Isidoro, obispo de Sevilla en la época visigoda).
En 1939, el puerto, sede de la flota republicana,
fue objetivo prioritario de la aviación.
Los intensos bombardeos aéreos del puerto
afectaron a la cercana catedral,
destruyendo las cubiertas y las capillas del lado norte.


Desde entonces la iglesia permanece en ruinas.
En 1988, el obispado cedió la catedral
al ayuntamiento de Cartagena
por un periodo de 25 años
para que éste se hiciera cargo de las obras de reconstrucción.
Pero éstas no se han realizado.

En la actualidad, aún algunos sectores de la ciudad
piden el retorno de la diócesis a la ciudad origen del obispado.


Con motivo de las obras llevadas a cabo
en las inmediaciones de la catedral
para la construcción de un Centro de Artesanía,
aparecieron los restos de un gran teatro romano,
cuya grada había sido excavada en el cerro.
Sobre parte de ésta se había levantado
uno de los extremos de la catedral,
para cuya edificación se emplearon
piedras procedentes del teatro.
Su solar ha sido objeto de excavaciones arqueológicas
en numerosas ocasiones desde 1958.
Desde 1993 se ha ido poniendo al descubierto
la estructura del teatro romano.
El proceso de recuperación de las ruinas romanas
ha suscitado las críticas de quienes piensan
que tales trabajos podrían deteriorar los restos de la catedral.

Hoy la diócesis mantiene su denominación de cartaginense,
pese a radicar en Murcia.
Depende de la archidiócesis de Granada,
tras haber dependido históricamente de la de Toledo
y, con anterioridad, de la de Valencia.

Quedan las ruinas de la catedral vieja
superpuestas sobre los restos del teatro romano,
en la ladera del cerro, bajo el castillo,
en una extraña mezcolanza.
Seguramente es preferible este evocador conjunto
a una nueva Catedral Vieja,
reconstruida en sabe Dios qué estilo.

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