viernes, 29 de junio de 2012

CUENCA, III



Alfonso VIII reconquistó la ciudad de Cuenca
tras un largo asedio que tuvo lugar en 1177,
desde el 6 de enero hasta el 21 de septiembre.


La mezquita de la ciudad fue cristianizada,
como era habitual,
hasta que se pudieran acometer las obras de un templo cristiano.


El monarca decidió inmediatamente edificar éste
sobre lo que fue mezquita,
que en la actualidad se conoce como Capilla Honda,
de la que se conservan unas puertas mudéjares
pero cuya estructura se encuentra totalmente transformada
e incorporada a la catedral.


La inspiradora de la construcción fue la esposa del rey,
Leonor Plantagenet,
hija del rey Enrique II Plantagenet de Inglaterra
y de Leonor, duquesa de Aquitania,
y hermana de Ricardo Corazón de León.


Las obras se iniciaron en 1183,
fueron consagradas en 1196
por San Julián, segundo obispo de la ciudad,
y nuevamente en 1208
por el obispo Rodrigo Ximénez de Rada,
que consagró el altar mayor.


Hay una leyenda según la cual Constanza de Aragón,
hija de Alfonso de Aragón y reina viuda de Hungría,
enferma desde los 14 años y desahuciada por sus médicos,
devota de San Julián,
quedó sumida en un profundo sueño
mientras rogaba a Dios que la sanase.
En este sueño se le apareció San Julián,
quien le aseguró que curaría de sus dolencias
si mandaba a un enviado a la catedral de Cuenca
a recoger una cesta que el santo había dejado allí.
Recobrada de esta manera su salud,
pudo casarse con su prometido, el rey de Sicilia Federico,
coronado emperador de Alemania por el papa en 1220.
La emperatriz Constanza falleció ese mismo año,
y puede que la terminación de la catedral de Cuenca
fuera patrocinada por Federico II a partir de esa fecha.
Las obras iniciales se concluyeron en 1257.


***


De lo que fue la catedral primitiva
se conserva poco.


Ha sido reformada en varias ocasiones
a lo largo de los siglos.


Durante las obras acometidas en el siglo XVI
se introdujeron en su iconografía
figuras de animales recién descubiertos en América,
como el armadillo.


La noche del 1 de julio de 1837,
un rayo provocó un gran incendio
en el que desaparecieron las cuatro torres;
queda sólo el arranque de la del Ángel,
obra de la primera fase constructiva.


El domingo 13 de abril de 1902,
justo al terminr la misa de las 10 de la mañana,
a consecuencia de otro rayo
se desplomó el campanario,
la llamada Torre del Giraldo.
En el hundimiento quedaron atrapados seis niños
(entre ellos la hija del campanero),
de los que tres pudieron ser rescatados,
muriendo los otros tres.
La fachada quedó destruida
y la ciudad conmocionada.


Para reconstruir la fachada, Vicente Lampérez
elaboró un proyecto inspirado en la catedral de Reims.
Sobre ese diseño se inició en 1910 la actual fachada neogótica.


En la parte más alta hay una representación de San Julián,
que es la única imagen que existe en la fachada.


La intención de Vicente Lampérez
era levantar dos altas agujas gemelas.
Sin embargo, varios arquitectos se opusieron
a la introducción de elementos extraños
y la obra quedó interrumpida
y las torres sin terminar.
Se mantiene la pretensión de concluir la catedral
cuando se alcance un acuerdo arquitectónico.


El altar mayor y el trasaltar están comunicados
por un óculo que permitía ver desde uno y otro lado
la urna con los restos de San Julián.
La urna que hoy se exhibe está vacía,
ya que la original, que era de plata,
fue fundida durante la Guerra Civil
y los restos del santo quemados en el patio del Palacio Arzobispal.


No existe documentación
sobre cómo fueron las vidrieras originales.
Muchos de los vitrales actuales,
con diseños abstractos,
son de calidad artística dudosa
y de muy reciente confección,
resultado de un proyecto iniciado en 1990
y obra de artistas contemporáneos:
A. Bonifacio, H. Dechanet, G. Rueda y G. Torner;
el resto de los huecos tiene un acristalamiento incoloro.
Ésta ha sido la última transformación del templo.


El claustro fue construido sobre roca viva
en una cota más alta que la iglesia,
y fue remodelado ya en el siglo XVI,
al mismo tiempo que se levantaba El Escorial
(de ahí su parecido en estilo),
con diseño de Andrés de Vandelvira.


La puerta de acceso al claustro es el llamado Arco de Jamete,
realizado por Esteban Jamete, natural de Orléans.
Obra maestra del Renacimiento español,
con influencias del primer plateresco,
fue realizado entre 1545 y 1550;
es la pieza más monumental del Renacimiento español
en un interior.
El conjunto se compone de un gran arco de entrada,
una especie de zaguán y la portada que da paso al claustro.
El zaguán es un espacio abovedado
con una cúpula labrada con casetones
en donde se alternan una rosa y un profeta.


El claustro fue muy dañado por el derrumbe del campanario
y el cabildo, careciendo de fondos para restaurarlo,
decidió cerrarlo.


En dicho derrumbe, la bóveda del zaguán quedó destruida
y sólo una parte pudo ser rehecha
con los materiales originales.


En enero de 2008 se inició la recuperación del claustro.
Las obras han durado dos años,
con un coste superior a los dos millones de euros.


La restauración ha permitido además
conectar el patio con el interior del templo
a través del Arco de Jamete:
Cuando se reformó el claustro, un desajuste en el diseño
hizo que los arcos del exterior
no coincidieran con el de Jamete.
La restauración ha resuelto este antiguo problema.
Ahora, al claustro se accede,
desde el interior, por el Arco de Jamete,
y directamente desde la calle, por un lateral.


Las obras de restauración también han posibilitado
consolidar el cuerpo superior de la Torre Linterna,
que estaba muy deteriorada,
y recuperar la fuente ochavada.


En junio de 2010 el claustro se abrió al público.


***


La Capilla de los Caballeros es la más importante de la catedral.

Fue fundada en el siglo XIII, como panteón familiar,
por García Álvarez de Albornoz
y su esposa Teresa de Luna,
padres de don Gil de Albornoz, cardenal de Toledo
y fundador del Colegio de los Españoles en Bolonia.
Entre los años 1520 y 1531
fue trasladada a su emplazamiento actual,
cerca del claustro,
durante la primera reforma del templo.
La capilla fue refundada entonces
por Gómez Carrillo de Albornoz,
canónigo y tesorero de la catedral.


De la anterior capilla se conserva, en el suelo de la actual,
la lápida de doña Teresa de Luna:
cabeza y manos de piedra blanca en relieve
sobre la negra pizarra en la que se grabó la silueta del cuerpo;
es el único resto que queda de la capilla del siglo XIII.

En la pared hay dos sepulcros con estatuas yacentes
de García Álvarez de Albornoz y Álvar García de Albornoz,
padre y hermano del cardenal de Toledo Gil de Albornoz,
realizados en el siglo XVI,
durante la construcción de la capilla nueva.

También se encuentra en la capilla
el sepulcro del obispo Antonio Palafox,
colocado en aquí en el siglo XIX.


El nombre de la capilla está bajo un medallón, en la reja:
“Sacellum Militum”.

Sobre la portada renacentista,
un gran esqueleto
y una inscripción que dice:
“Devictis Militibus Mors Triumphat”
(“La muerte triunfa sobre los caballeros victoriosos”).


En 2002 la capilla fue restaurada
y el 26 de octubre fue abierta al público.


***


Se ha relacionado la catedral de Cuenca
con una de las profecías de Nostradamus:
Rodrigo de la Luz, en su obra El misterio de la Catedral de Cuenca,
identifica la catedral con el templo mencionado por Nostradamus:
el templo donde se guarda el tesoro,
el templo de la promesa apocalíptica,
el templo en el que se producirá
la salvación física de la sangre humana
en el cataclismo final.
Según Nostradamus,
los que se refugien en este templo durante el Cataclismo,
recibirán menos daño que las rocas que lo rodean.

 

miércoles, 27 de junio de 2012

CUENCA, II





De la muralla medieval de Cuenca
no queda casi nada,
algunas partes restauradas en la zona baja
y una de las nueve entradas que tenía Cuenca por entonces,
el arco del Bezudo.


Situado junto al castillo,
el arco era la puerta ubicada en la zona más alta de la ciudad,
a la que se llegaba desde el exterior
a través de un puente sobre un foso
que antes lo separaba del exterior
y ahora le da continuidad.


Contaba la ciudad con un recinto amurallado
que desde el castillo hacia abajo
seguía los límites de las hoces
hasta la puerta que formaba la unión de los ríos Júcar y Huécar.


El castillo fue una fortaleza árabe ganada por Alfonso VIII.


Los cristianos reconquistaron Cuenca
el 21 de septiembre de 1177.


El castillo se encuentra situado entre las dos hoces,
la del río Júcar y la del río Huécar,
en el punto de mayor estrechamiento entre ambas.


Queda de él algún fragmento de lienzo,
un torreón y dos cubos cuadrados.


Junto a esos restos, se conserva
la sede del Tribunal de la Inquisición,
edificio del siglo XVII que luego fue utilizado como prisión.


El castillo fue cedido a la Inquisición en el siglo XVI
y en 1812 las tropas francesas lo volaron.




***




En el mismo siglo XII, en tiempos de Alfonso VIII,
se constituyeron en Cuenca tres cabildos:
el catedralicio,
el de "Guisados de Caballo",
formado por las milicias de caballería villana o parda,
y el de de “Caballeros Hijosdalgo de Cuenca”
constituido por la nobleza conquense
con el apóstol Santiago como santo patrón.




***




El río Huécar, en su confluencia con el Júcar
a los pies del cerro de San Cristóbal,
se desbordaba, dando lugar, fuera de las murallas,
entre las puertas de Valencia y de Huete,
a la Albufera (“al Buhayra”),
zona aprovechada para cultivos y molinos.


Serían las tierras que ocupaba la Albufera
las que corresponden ahora a la zona comercial y administrativa.


En la conquista de Cuenca
el rey contó con la ayuda de la Orden de Santiago.


En recompensa, el monarca donó a la Orden
parte de esos terrenos del extrarradio.
Junto a la puerta de Huete, extramuros,
en el cerro de Santiago.


Sobre ellos se levantó una construcción en el año 1182.
La institución más antigua de la ciudad.


Los santiaguistas destinaron al principio la fundación
a hospedaje y restablecimiento
de cristianos rescatados del cautiverio.
Luego se transformaría en Hospital
para enfermos pobres y peregrinos.
Esto fue hacia 1250,
cuando con todas las rentas se formó una encomienda
con la obligación de sostener el Hospital.


De la primera construcción no se conserva ningún resto,
ya que fue destruida por temor a nuevos ataques de los árabes,
pues su ubicación sobre un cerro y cerca de las murallas
la hacía peligrosa.


Fue levantada de nuevo en el siglo XVI
y en 1812 de nuevo destruida
en un incendio provocado por las tropas de Napoleón.


El edificio actual es resultado de sucesivas reconstrucciones.


Las Hijas de la Caridad se hacen cargo de la obra
a finales del siglo XIX,
dedicándose desde entonces
al cuidado de las personas necesitadas.


Actualmente es residencia de ancianos
con minusvalías físicas o psíquicas
y que no tienen quien pueda atenderlos.