lunes, 30 de septiembre de 2013

TOLEDO. Convento de San Juan de los Reyes




El gran monasterio se encuentra ubicado
en el barrio de la desaparecida la parroquia de San Martín,
en la primitiva judería.


Se ha dicho que San Juan de los Reyes
es el primer monumento de Toledo
en el que no hay trazas de arte árabe o mudéjar.


Sin embargo, en él, en realidad, las formas góticas
se funden con las formas autóctonas mudéjares
dando origen a un estilo nuevo:
el hispano-flamenco o isabelino.


Fue Isabel de Castilla quien mandó construir este monumento,
como templo votivo y memorial
de la victoria obtenida el 1 de marzo de 1476
en los campos de Toro (Zamora),
al derrotar los ejércitos de Fernando de Aragón
a las huestes de Alfonso V de Portugal,
que apoyaba las pretensiones a la corona castellana
de su esposa Juana la Beltraneja, sobrina de Isabel.
Esta victoria decidió la guerra de sucesión al trono
y consolidó en el trono a la Reina Católica.



El nuevo edificio iba a ser conmemoración del hecho,
a la vez que impresionante mausoleo para Isabel y Fernando.
Esta finalidad funeraria condicionó el diseño del lugar.

Se ha dicho que incluso la estructura de la construcción
está concebida como un gran catafalco:
el túmulo (naves laterales), el féretro (nave central),
la corona (presbiterio, transepto y cimborrio)
y las velas (contrafuertes y pináculos).

Los sepulcros habían de ser colocados en el centro de la iglesia,
bajo el cimborrio.

Sin embargo, posteriormente se descartó este espacio,
siendo enterrados los Reyes en Granada,
al ser conquistada ésta antes de lo esperado.

Se dice que en el cambio de planes influyó también
la oposición del arzobispo de Toledo
a que el nuevo templo se convirtiera en colegiata
(como habría ocurrido de constituirse en panteón)
pues, de serlo, habría contado con su propio cabildo,
en competencia con el catedralicio.

Se conserva en el Museo del Prado
un dibujo de Juan Guas anterior a 1492,
del altar mayor de San Juan de los Reyes
en el que se recoge el proyecto inicial
para el presbiterio del templo-panteón,
proyecto que no llegó a realizarse.

El templo fue dedicado a San Juan Evangelista
debido a la devoción que a este santo
tenían los Trastámara:
Juan se llamaban los padres tanto de Isabel como de Fernando
(así como otros ascendientes),
Juan y Juana se llamarán dos de sus hijos.
En el escudo de armas figura también el Águila de San Juan.



Se compraron unas casas
que eran propiedad de Pedro Núñez de Toledo, regidor de Madrid,
hijo del contador Alonso Álvarez de Toledo.



Y la construcción del monasterio comenzó en seguida,
en 1477.
Su arquitecto principal fue Juan Guas.
A su muerte se llamó a Simón de Colonia.
De la decoración se encargaron el escultor Egas Cueman
(hermano de Hanequín de Bruselas)
y sus hijos Antón y Enrique.
Será la mayor obra patrocinada por los Reyes Católicos.



No se escatimó en gastos,
y lo esencial estaba terminado en 1494.
La obra se concluyó en 1526,
gracias al nuevo impulso que le dio Carlos I
tras la muerte de su abuela, la reina Isabel.


***


La riquísima ornamentación es un suntuoso homenaje a los Reyes,
como corresponde a un espacio pensado como panteón real.
La piedra blanca ha sido modelada como si fuese cera.
Por doquier aparecen sus símbolos:



Las iniciales de ambos monarcas, la “Y” y la “F”.

El yugo y las flechas, emblemas de Ysabel (“Y”) y Fernando (“F”).
(El yugo era emblema de Fernando,
significando el nudo gordiano de la leyenda,
que estaba en una cuerda atada a un yugo,
y del que se decía que quien lo deshiciera conquistaría Oriente.
Las flechas eran emblema de Isabel,
representando el haz que hace más fuerte lo unido.
En realidad, pues, lo mismo en un caso que en el otro,
el sentido está en la cuerda, y no en el objeto).

El lema “Tanto monta”,
que había sido divisa de Fernando,
en alusión a ese nudo gordiano que
“tanto monta (lo mismo da) desatar o cortar”.

Las columnas de Hércules, modificadas para Isabel:
Desde los griegos, las columnas de Hércules
(Calpe - el peñón de Gibraltar - y Abila – Ceuta -),
en el estrecho de Gibraltar,
señalaban simbólicamente el fin del mundo conocido o navegable,
por lo que eran representadas con una banda
en la que estaba escrita la divisa “Non plus ultra” (“No más allá”).
Tras el descubrimiento de América,
Isabel añadió al escudo de la corona dichas columnas,
cambiando la divisa de la banda por “Plus ultra” (“Más allá”).

El águila de Patmos, el águila de San Juan,
fue utilizado primeramente por Isabel
siendo aún princesa, en 1473.
Posteriormente el símbolo de Juan
fue incorporado a las armas combinadas de ambos reyes.

Escudos reales, sostenidos por águilas y leones.
Los escudos presentan en sus cuarteles
las armas de Castilla-León, Aragón-Valencia y Sicilia.
No está presente la granada,
pues aún no se había ganado el reino nazarí.



Todo el edificio es, pues, un gran símbolo,
una especie de lugar iniciático.


***


El nuevo monasterio se encomendó a los franciscanos,
que habitaban el convento de la Concepción.

Estos frailes se dividían en observantes y claustrales.
Los observantes no quisieron instalarse en San Juan de los Reyes,
por parecerles demasiado rico,
y se marcharon a su antigua morada, la ermita de la Bastida,
donde habían vivido en el siglo XIII.

Los claustrales sí se trasladaron a San Juan.
En este convento franciscano pasará sus años de noviciado
el que luego será cardenal Cisneros.

Más tarde, también los observantes
acabarán instalándose aquí.


***


El cimborrio, que hace funciones de torre,
coronaría el monumental mausoleo,
según la idea primigenia de destinarlo a panteón real.


En él se encuentra un elemento de tradición mudéjar:
la planta octogonal,
geometría oriental que en San Juan de los Reyes
se traslada del ladrillo a la piedra.


Los ventanales habrían de llenar de luz el interior.
Sin embargo, razones de estabilidad arquitectónica
aconsejaron cegar lo que iban a ser vidrieras.


En el exterior de la cabecera poligonal hay seis contrafuertes
rematados en agujas o pináculos
y decorados con maceros, heraldos o reyes de armas,
en tamaño natural, sobre pedestales y bajo doseletes.


En el mismo muro externo de la cabecera
hay una llamativa “tracería” (horizontal y vertical)
de cadenas y grilletes,
que muchos visitantes desorientados
relacionan con la Inquisición.


Nada de eso.
Son las cadenas de los cristianos cautivos de los moros
y rescatados tras la conquista de Málaga (1485-86),
cadenas que ellos mismos llevaron a Toledo como exvotos,
como testimonio de agradecimiento a Dios y a Isabel.


Eran mucho más numerosas,
pero entre 1835 y 1845 un jefe político de la provincia
mandó quitar una parte
para forjar otras que sirvieran de barrera en el paseo de Bisagra.
Algunos particulares tomaron ejemplo de la autoridad
y también se llevaron algunas cadenas
para uso propio.



La portada principal, donde estaba la entrada al templo,
se halla al poniente.


Es diseño de Alonso de Covarrubias
pero se realizó años después de su muerte,
a comienzos del siglo XVII,
cuando ya el resto de la obra estaba concluida.


Dos soldados, con cota y manto romano,
elemento de inspiración renacentista,
vigilan la entrada desde lo alto de unos contrafuertes.


Se repiten el yugo y las flechas,
tallados en las enjutas del arco.


Coronan el conjunto el escudo con águila y la cruz.


En la explanada, a la derecha de la puerta,
hubo una capilla de la Orden Tercera o de la Beata Mariana de Jesús.
Se construyó en 1732 y en ella se enterró a la beata,
que había muerto un siglo antes;
fue demolida en 1863,
debido a su mal estado de conservación.


Allí se levanta ahora una columna
con una imagen de la Inmaculada, instalada en 1954.


En el lado opuesto, a la izquierda, un poco más apartada,
hay una estatua de Isabel la Católica, colocada en 1974.


Junto a esta estatua, frente al monasterio
(en la Cuesta de San Martín,
que empieza en la Puerta del Cambrón
y llega hasta el templo),
se levanta el palacio de los Duques de Maqueda.


Al parecer, dichos duques,
al ver tan imponente convento-mausoleo,
decidieron construirse para ellos
uno igual en Torrijos, donde tenían abundantes propiedades.
Lo pusieron bajo la advocación de Santa María de Jesús
y tenía, como iba a tener el monasterio de San Juan,
el túmulo ducal en el centro de la iglesia.

Sin embargo, las tropas napoleónicas lo destrozaron,
tras la Desamortización quedó abandonado
y acabó por ser derribado.


***



Al monasterio se accede por la fachada lateral,
en la calle de los Reyes Católicos,
a través de la puerta que llaman “del Pelícano”
por un Calvario en la parte superior del cual,
simbolizando a Cristo, hay un pelícano
(ave capaz de rasgar con su pico su propio cuerpo
para alimentar a sus crías en tiempo de escasez).


A los lados de la Cruz, dos estatuas
representan a la Virgen María y a San Juan;
hay quien apunta que sus efigies podrían ser
las de Isabel y Fernando.
Es obra de Enrique Egas
y parece que estaba destinado a coronar el presbiterio.


El actual acceso al interior
se realiza por la primitiva sacristía,
de paredes encaladas,
en las que destaca, en una hornacina,
la escultura del siglo XVIII de un esqueleto yacente,
tras la cual una cartela reza:
EXPECTO DONEC VENIAT IMMUTATIO MEA. JOB
(“Espero hasta que llegue mi transformación”
Libro de Job).


Quizás aquí hubo enterramientos
de religiosos de la comunidad.



***



En el interior de la iglesia,
una tracería recorre todo el perímetro de la nave,
con una inscripción en castellano y caracteres góticos:
ESTE MONESTERIO E IGLIA MANDARON HASER
LOS MUY ESCLARESCIDOS PRINCIPES E SEÑORES
DO HERNANDO E DOÑA YSABEL
REY E REYNA DE CASTILLA DE LEON DE ARAGON DE CECILIA
LOS CUALES SEÑORES POR BIENAVENTURADO MATRIMONIO
SE IUTARO LOS DICHOS REYNOS
SEYENDO EL DICHO SEÑOR REY
Y SEÑOR NATURAL DE ARAGON Y CECILIA
Y SEYENDO LA DICHA SEÑORA REYNA
Y SEÑORA NATURAL DE LOS REYNOS DE CASTILLA Y DE LEON
EL CUAL FUNDARON A GLIA DE NRO SEÑOR DIOS
Y DE LA BIENAVENTURADA MADRE SUYA
NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN MARIA
Y POR ESPECIAL DEVOCION QUE TUVIERON.


En el coro, a lo largo del arco estaba escrito,
con letras doradas en campo azul:
MARÍA SANTÍSIMA CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL
EN EL PRIMER INSTANTE DE SU SER.
Daba testimonio de la defensa
del dogma de la Inmaculada Concepción
por los moradores del monasterio en 1616;
desapareció en la restauración del siglo pasado.


En el centro del arco, entre signos isabelinos,
un heraldo real, arrodillado sobre ambón, presenta armas;
según la tradición, sería el autorretrato de Juan Guas.


El retablo del presbiterio desapareció
con los destrozos causados por las tropas francesas.


El actual, colocado en el siglo XX,
procede del Hospital de Santa Cruz.
El escudo que lo remata es el del cardenal Mendoza,
fundador del Hospital.
El cardenal también se encuentra retratado en una de las escenas,
ante Santa Elena, que sostiene la Santa Cruz.


Junto al crucero se encuentra la capilla funeraria
de don Pedro de Ayala.


Como indica la inscripción latina,
fue obispo de Canarias, decano y consejero de la iglesia toledana.
Fue figura destacada en la corte, y amigo de Cisneros.


Las tropas francesas profanaron la tumba
y rompieron la figura yacente del obispo.


Hoy, el sarcófago, muy deteriorado,
se encuentra hoy en el Museo de Santa Cruz.



***



La puerta que comunica iglesia y claustro
por el lado de éste ostenta una representación de la Santa Faz.


Junto a la puerta, en el claustro, hay un relieve de estuco pintado
con una inscripción en árabe que se traduce así:
HONOR Y PODERÍO Y SALUD Y FELICIDAD,
MUNIFICENCIA Y VICTORIA Y PAZ Y PROSPERIDAD.


Al parecer este adorno cubría las paredes de los salones
de uno de los edificios del palacio del último rey godo don Rodrigo,
restaurado después por los moros.
Y se trajo aquí cuando en este claustro estuvo el Museo Provincial.


Todo el perímetro del claustro se halla recorrido por una inscripción,
que dice así:
ESTA CLAUSTRA BAJA Y ALTA E IGLESIA
Y TODO ESTE MONASTERIO FUE EDIFICADO
POR MANDADO DE LOS CATOLICOS Y MUY EXCELENTES REYES
DON FERNANDO Y DOÑA ISABEL
REYES DE CASTILLA, ARAGON Y DE JERUSALEN,
DESDE LOS PRIMEROS FUNDAMENTOS,
A HONRA Y GLORIA DEL REY DEL CIELO
Y DE SU GLORIOSA MADRE
Y DEL BIENAVENTURADO SAN JUAN EVANGELISTA
Y DEL SACRATISIMO SAN FRANCISCO
SUS DEVOTOS INTERCESORES
Y DESPUES  DE LA EDIFICACION DE ESTA CASA
GANARON EL REINO DE GRANADA
Y DESTRUYERON LA HEREGIA Y LANZARON TODOS LOS INFIELES
Y GANARON TODOS LOS REINOS
DE LAS ESPAÑAS Y DE INDIAS
Y REFORMARON LAS IGLESIAS
Y LAS RELIGIONES DE FRAILES Y MONJAS
QUE EN TODO SU REINO TENIAN NECESIDAD DE REFORMACIÓN
Y DESPUES DE TAN GRANDES Y EXCELENTES OBRAS
EL REY DE LOS REYES JESUCRISTO
LLAMO DEL NAUFRAGIO DE ESTA PEREGRINACIÓN
A LA DICHA SRA REINA PARA DARLE GALARDON Y PREMIO
DE TAN ESCLARECIDOS SERVICIOS
COMO VIVIENDO EN ESTA VIDA LE HIZO
Y FALLECIÓ EN MEDINA DEL CAMPO
VESTIDA DEL HABITO DE SAN FRANCISCO
A XXV DE NOVIEMBRE AÑO IL D IIII AÑOS.


Junto a otra de las puertas que dan al claustro,
entre la decoración vegetal tallada en la piedra, aparece
la curiosa figura de un mono sentado en un orinal
y leyendo un libro.


Las gárgolas presentan una gran variedad de figuras fantásticas.


En el centro del patio, naranjos, adelfos, rosales...
Había unos grandes cipreses que hubo que arrancar
porque estaban dañando la construcción.


La decoración de la escalera que lleva al claustro alto
se atribuye a Covarrubias,
quien por entonces trabajaba en las obras del Alcázar.


Data de la época de Carlos I:


Las águilas bicéfalas representadas en ella
corresponden al escudo del emperador.


En el claustro alto destaca el artesonado mudéjar,
en madera de alerce, con los símbolos de los Reyes Católicos.


Leones muestran escudos de los reinos de España,
incluidos los de Granada y Navarra.


Fue muy restaurado en el siglo XIX,
pues había resultado gravemente dañado
por las tropas francesas.



***



En 1808 el monasterio sufrió las salvajadas
del ejército napoleónico
que destruyó los altares, rompió las estatuas,
incendió la valiosa biblioteca,
destrozó el claustro
y convirtió la iglesia en establo.



Tras la guerra, los frailes
se esforzaron por hacer algunas reparaciones
en el edificio en ruinas.
Pero en 1835, debido a la Desamortización,
fueron expulsados,
y el monasterio quedó abandonado.



En 1846 se llevó allí el Museo Provincial
procedente de San Pedro Mártir,
fondos que estuvieron en San Juan hasta 1917,
cuando pasaron al Palacio de la Diputación Provincial
y al Hospital de Santa Cruz.



En 1883 se emprendieron labores de recuperación,
por acuerdo firmado el 2 de mayo
como recordatorio de la barbarie francesa.



Las obras definitivas de reconstrucción
se acometieron tras la guerra civil,
con fondos de Regiones Devastadas.



Se devolvió el cenobio a los franciscanos
y en 1954 comenzaron a vivir allí algunos frailes.
En 1967 se abrió de nuevo al culto la iglesia.
En 1968 se instaló, en el llamado “cuarto de la reina”,
la biblioteca provincial franciscana,
reuniendo fondos dispersos  en varios conventos.
En años posteriores se han completado las restauraciones,
que han finalizado en 2008.


Existía un segundo claustro, destruido por los franceses,
que ya no se ha recuperado,
sino que su espacio está ocupado ahora
por la Escuela de Artes.