viernes, 21 de febrero de 2014

MANZANARES EL REAL. Castillo viejo



Manzanares el Real
se asienta al pie de la Sierra de Guadarrama,
en la orilla del embalse de Santillana,
que recoge las aguas del Manzanares.

El río Manzanares nace cerca,
en el Ventisquero de la Condesa.

En 1932, en un artículo publicado en El Sol,
escribía Unamuno, refiriéndose al marqués poeta:
«canta el agua del naciente Manzanares con acento castellano».

En la Cuenca Alta del Manzanares,
las voces de los Mendoza resuenan aún
por los canchos de la Pedriza.
Uno de sus peñascos evoca el título del antepasado escritor:
la Pared de Santillana.

La Pedriza es el roquedal granítico
más importante de la Sierra de Guadarrama,
en el que destacan los abruptos riscos de los Pinganillos,
entre los cuales se halla el farallón de Santillana.

La Pared de Santillana domina las tierras que fueron del marqués:
Miraflores (antaño, Porquerizas),
Soto del Real (antaño Chozas de la Sierra)
y el campo de Manzanares, anegado hoy en parte
por el embalse de Santillana.

La presa que en 1908 impulsó
uno de los últimos descendientes del Marqués.

Cuentan las crónicas que el rey Alfonso XIII,
cuando regresaba a La Granja después de la inauguración,
conduciendo un Panhard 50 HP,
“con la muy suelta y demócrata gorra a cuadros
encasquetada a lo madrileño”,
exclamó:
«¡Si en España hubiese diez o doce hombres
como el marqués de Santillana!»
No sabemos si se refería al de antaño o al de hogaño.


***


Hubo asentamientos prehistóricos en la zona,
y recientemente se han descubierto unas pinturas rupestres.

Se dice que hacia el año 1000 a. C.
hubo druidas, de cuyos ritos quedan reminiscencias
en una fiesta religiosa de la localidad: la de la Virgen de Peña Sacra.

La ermita de Nuestra Señora de la Peña
está situada sobre la Peña Sacra, frente a La Pedriza.
Hay escritos que relacionan la Peña Sacra con cultos druidas,
lo que indicaría la presencia de sacerdotes celtas
que durante el primer milenio a. C.
celebrarían sus rituales en estos bosques.


Tras la reconquista de Madrid (Magerit), a finales del siglo XI,
Alfonso VI, dada la escasa población de la zona,
creó un alfoz, con límites geográficos poco definidos,
dependiente de Madrid.


En 1150, Alfonso VII definió Madrid
como “Comunidad de Villa y Tierra”,
villa fronteriza con carácter de concejo repoblador,
cuya expansión quedaba delimitada
en dirección a la Sierra de Guadarrama.

De una parte, se encontraba el territorio más cercano a la villa,
su alfoz más inmediato,
sobre el que Madrid ejercía un dominio jurisdiccional pleno.
De otra, una extensión de límites imprecisos,
sobre la que Madrid disfrutaba de ciertos derechos
pero no de la jurisdicción plena;
era la Tierra de Madrid,
cuya proyección hacia el norte provincial
no se veía obstaculizada en principio,
debido a la ausencia de un núcleo de población importante,
salvo Buitrago.


En 1176, Alfonso VIII otorgó al concejo madrileño un privilegio
por el que le concedía el derecho repoblador hacia el Norte hasta:
«singullatim a Portu del Berroco,
qui dividit terminus Abula et Segovie,
usque ad portum de Lozzoya
cum omnibus intermediis montibus, et serris et vallibus».

Sin embargo, la indefinición de los límites
va a provocar largos conflictos entre Segovia y Madrid.


En el siglo XIII la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia
empezó a mostrar una fuerte pujanza repobladora hacia el Sur,
en busca de amplios espacios de pasto
que le garantizasen el crecimiento de su ganadería trashumante.

Aprovechó los cauces de los ríos
para penetrar en el territorio de la actual provincia de Madrid.
Por el Norte, los ríos Lozoya y Manzanares,
llevaron a sus pobladores
hasta el alfoz de Buitrago
y hasta el monte de El Pardo respectivamente.
Por el Oeste, la cuenca del Guadarrama les condujo hasta Batres.

Sin embargo, la expansión de Segovia
por el Norte y Oeste de la actual provincia de Madrid
planteó problemas con Madrid y Toledo respectivamente.

Los segovianos chocaron sobre todo con los madrileños,
que, constreñidos en su expansión por el Sur y el Este,
debido al crecimiento de Toledo,
pugnaron con Segovia por el control de las tierras situadas al Norte,
generándose un continuado pleitear
que en ocasiones alcanzó el enfrentamiento directo
entre pobladores de uno y otro lugar,
sobre todo en torno a los ricos pastos
del curso alto del río Manzanares,
en la Sierra de Guadarrama.


En 1247 muchos habitantes de la tierra de Madrid
acudieron a la reconquista de Sevilla
y los segovianos aprovecharon para repoblar Manzanares,
tal como se desprende de una misiva expedida por Fernando III.

Antes habían surgido algunos roces aislados
entre pobladores de una y otra ciudad,
a la hora de aprovechar los montes circundantes.

La agudización del conflicto vino determinada
por el emplazamiento de un núcleo de población estable,
a partir del cual los segovianos reivindicaron la jurisdicción
sobre un amplio territorio serrano.
Un territorio rico en aguas, pastos y bosques.

En el litigio se enfrentaban
un municipio ganadero, Segovia,
y un municipio agrícola, Madrid.
En las tierras en disputa,
el primero veía los pastos necesarios para su cabaña trashumante;
el segundo, la leña y la caza para cubrir sus necesidades.

El Concejo de Madrid cuestionó la legalidad
del asentamiento de segovianos.
Madrid esgrimía sus derechos en razón de los privilegios otorgados
por Alfonso VII en 1150 y Alfonso VIII en 1176.
Segovia lo hacía sobre la base de tres documentos
otorgados en 1208 por el propio Alfonso VIII,
y, sobre todo, por la vía de los hechos consumados.


Los pleitos se sucedieron.
En 1248 y 1249 Fernando III estableció
que los madrileños conservasen de exclusivo derecho
el luego llamado Real de Guadarrama,
que comprendía los cursos medios
de los ríos Guadarrama y Manzanares,
mientras que sobre el curso alto del Manzanares
tanto Segovia como Madrid gozasen de derechos de usufructo
pero no de poblamiento.
Pese a ello, Segovia continuó con su política repobladora,
dando lugar a peleas directas entre vecinos de uno y otro lugar.


Para poner fin a los enfrentamientos,
Alfonso X incorporó a la Corona estos lugares,
que, como tierras de realengo,
pasaron a denominarse “El Real de Manzanares”,
nombre que dio el rey en 1275 a un territorio que ocupaba parte
del norte de la actual provincia de Madrid
y del sur de la actual provincia de Segovia:
“Privilegio de Don Alfonso X haciendo merced á Madrid,
por juro de heredad, de sus términos,
dividiéndolos del Real de Manzanares”
(Documentos del Archivo general de la villa de Madrid,
Volumen 1.1).


Desde entonces se llamó a esta comarca “el Real de Manzanares”.
La decisión pretendía acabar con los conflictos
pero también era una medida de repoblación interior,
mediante la fundación de pueblas nuevas
y el desarrollo de parroquias:
Colmenar Viejo, Soto del Real, Hoyo de Manzanares,
Miraflores de la Sierra, Navacerrada,
Galapagar, Torrelodones, etc.
(Poblaciones que en siglos posteriores
se irán segregando).


Alfonso X deslindó de manera definitiva
los términos de la Tierra de Madrid y del Real de Manzanares,
estableciendo que sobre éste tanto Segovia como Madrid
disfrutaran de los derechos de explotación económica.
Pero Segovia siguió repoblando,
por lo que las tensiones se mantuvieron.


En 1345 nuevamente el conflicto llegó a la Corona,
cuando el Concejo de la Mesta, creado en 1273,
expuso ante Alfonso XI que los vecinos de Madrid
habían cerrado varias cañadas, impidiendo el libre paso del ganado.

Alfonso XI falló a favor de Madrid.
Lo mismo volvió a ocurrir en 1357 y 1378.


El 14 de octubre de 1383
Juan I donó el señorío jurisdiccional del Real de Manzanares
a la Casa de los Mendoza,
en la persona de Pedro González de Mendoza.

Ello puso fin a los reiterados litigios entre madrileños y segovianos.


La dependencia del Real de Manzanares de la Casa del Infantado
se mantendrá hasta entrado el siglo XIX.


***


En la población de Manzanares el Real existen dos castillos:
el viejo y el nuevo.

Ambos pertenecieron a los Mendoza
y siguen una traza similar,
de acuerdo con el modelo habitual de la época:

Planta rectangular
rematada por torres cilíndricas en las esquinas,
con torre del homenaje.

Para construir el castillo nuevo
se aprovecharon los materiales del castillo viejo,
no sólo para ahorrar gastos
sino también para destruir lo que podía ser
un eventual refugio de enemigos.


***


El castillo viejo, conocido como Plaza de Armas,
está, pues, en estado ruinoso.
Sólo se mantienen en pie dos muros,
integrados en un recinto ajardinado,
junto al cementerio viejo.

Se sitúa sobre una loma a las afueras del pueblo,
pasado el puente medieval,
a la orilla del río Manzanares, a los pies de La Pedriza.
Desde él se divisa el casco urbano de Manzanares el Real
y, al fondo, el castillo nuevo.

El castillo viejo entró en decadencia a fines del siglo XV,
cuando los Mendoza impulsaron la construcción de un nuevo castillo,
que sirviera de residencia palaciega.


***


Manzanares el Real fue muy importante durante el siglo XV
gracias a los Mendoza:

DON PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA (1340-1385).
Recibió de Juan I las tierras del “Real de Manzanares”.

DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA (1365-1404).
Construyó el primer castillo de Manzanares (El Castillo Viejo),
quizás sobre una edificación anterior.

DON IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA (1398-1458).
Primer Conde del Real de Manzanares.
Vivió en el Castillo Viejo
y comenzó a pensar en la construcción del segundo castilo.

DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA (1415-1479).
Segundo Conde del Real de Manzanares.
Inició las obras del segundo castillo hacia 1475,
en estilo gótico isabelino.

DON PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA (1428-1495).
El Cardenal Mendoza. Hermano de Don Diego Hurtado de Mendoza.
Vivió en el segundo castillo.
En él albergó a su amante Doña Mencía de Lemos.

DON IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA (1438-1500).
Encargó a Juan Guas las obras de ampliación del segundo castillo.

Con los Mendoza vivió Manzanares el Real
su época de mayor esplendor, durante los siglos XV y XVI.


***


Si la ermita de Nuestra Señora de la Peña
se halla a las afueras del pueblo,
la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves
se encuentra en el centro de éste.


Fue fundada a principios del siglo XIV,
bajo el mecenazgo del primer Marqués de Santillana.


Y reedificada a principios del siglo XVI.


El coro ha desaparecido;
sus columnas se encuentran en el jardín de la iglesia.


También en el jardín hay unas estelas mortuorias vascas del siglo XII,
de estilo visigótico.

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