jueves, 8 de mayo de 2014

SEGOVIA. Palacio de los Arias Dávila




La elección de Segovia por los Trastámara como residencia predilecta
convirtió la ciudad en el centro de la política y la cultura castellanas.

En el reinado de Enrique IV, en Segovia se desplegó el mudéjar,
alarifes moriscos llenaron de yeserías y techumbres doradas
las estancias de las residencias regias
y el Alcázar se transformó en una especie de palacio oriental
que fascinaba a los visitantes,
como el barón bohemio Rosmithal de Blatna.

En 1474 moría Enrique IV.
Su hermana Isabel fue coronada en Segovia.
Al día siguiente de la coronación,
confirmó el privilegio del mercado franco
concedido por su hermano a Segovia,
«porque quede loable memoria que en esta dicha ciudad
yo fui primeramente resçibida e obedesçida por reyna».
Era el primer documento oficial que firmaba.

El acceso al trono de Isabel la Católica
y la llegada de Juan Guas a la ciudad
abrieron una nueva etapa en la arquitectura segoviana:
Isabel parecía sentir rechazo
por todo aquello que había agradado a su hermano,
y el mudéjar fue siendo sustituido por el gótico,
el ladrillo por la piedra,
el esgrafiado (típico de la arquitectura segoviana)
por los sillares de granito.

Además, tras la muerte de Enrique IV,
en el paso de la Edad Media al Renacimiento,
los principales personajes en la ciudad de Segovia
ya no serán los reyes, sino ciertas personalidades relevantes,
sobre todo algunos notables judeo-conversos:
Hernán Pérez Coronel, Andrés Laguna y los Arias Dávila.
(En 2004 se restauró la casa de Pérez Coronel -Abraham Senneor-,
situada en la judería segoviana).

Acuarela de Valentín Carderera y Solano, 1850

***


La familia Arias Dávila
fue muy poderosa en la segunda mitad del siglo XV.

El iniciador del linaje fue Diego Arias Dávila,
judeo-converso castellano
que estuvo al servicio de Juan II y de Enrique IV,
ocupando varios cargos palatinos,
entre ellos el de contador mayor del rey.
Fue señor de Puñonrostro, San Agustín de Guadalix,
Alcobendas, Villaflor, Casasola, Pedrezuela y Villalba.

Nació en la ciudad de Ávila hacia el año 1400.
De padres judíos, su nombre primero fue Isaque Abenacar;
su familia, y él con ella, se convirtió al cristianismo
cuando Diego contaba unos siete años.

Casó con Elvira González, de Toledo, también judeo-conversa.
Fueron hijos de ambos:
Pedro Arias Dávila “el Valiente”, nacido en 1430
(que destacó por sus hazañas militares
junto a Enrique IV y a Isabel la Católica
y ocupó cargos en la corte,
sucediendo a su padre en varios oficios;
falleció en la defensa de Madrid de 1476
y fue padre de Juan Arias Dávila, primer conde de Puñonrostro,
y de Pedro Arias Dávila, gobernador de Castilla del Oro).
Isabel Arias Dávila, casada en Segovia
con Gómez González de la Hoz, regidor de la ciudad.
Francisco Arias Dávila.
Y Juan Arias Dávila, el brillante hijo menor.

De origen modesto y grandes dotes personales,
Diego se acercó a la corte real gracias a Álvaro de Luna,
quien lo recomendó a Juan de Silva y de Meneses,
conde de Cifuentes, alférez mayor de Castilla
y embajador de Juan II de Castilla ante el Concilio de Basilea;
en 1435 Silva nombró a Arias mayordomo de su casa.
En 1437 don Diego fue nombrado
regidor de Segovia por el estado noble.

Su fortuna iba creciendo
y don Diego decidió edificar en Segovia el palacio familiar,
del que se conserva en la actualidad la Torre de los Arias Dávila.

En 1440 asistió como procurador por Segovia
y junto a Alfonso González de la Hoz,
secretario del entonces príncipe Enrique (futuro Enrique IV),
al sínodo de la diócesis convocado en Turégano
por su obispo Lope de Barrientos.

Conocido en la corte a través del conde de Cifuentes
y de su actividad en la política local,
en 1443 Juan II de Castilla lo nombró escribano de cámara
y el príncipe Enrique lo declaró hijodalgo de solar conocido
(el documento concluye ser el dicho Diego Arias de Ávila
hijodalgo de noble sangre,
«porque paresçe ser fijo de Arias Gonçalo e nieto de Arias Diego,
cavalleros fijosdalgo de solar conosçido,
y el príncipe en vista de la pesquisa y administrando justicia
declara al dicho Diegarias Dávila, y a sus herederos y succesores
por fijosdalgo de solar conocido»).
En 1445 el rey le concedió la secretaría de cámara;
en 1450 fue nombrado contador mayor de la casa del príncipe.
En 1453 el príncipe designó a Pedro Arias Dávila “el Valiente”,
primogénito de don Diego,
para ocupar la vacante dejada por éste en la regiduría de Segovia.
El mismo año el rey concedió a Diego el monopolio de las carnicerías,
dirigiéndose a él como “mi contador mayor e secretario del príncipe”;
ésta fue la última merced que el rey le otorgó
antes de su propio fallecimiento en 1454.

El nuevo rey, Enrique IV, lo designó su secretario y escribano mayor.

El patrimonio de don Diego siguió creciendo
y también algunos odios hacia su persona,
debido a los impuestos que recolectaba
como tesorero mayor del Consejo de Finanzas del rey.

Su rápido ascenso social
fue caricaturizada en las Coplas de Gómez Manrique.

En 1457 firmó una confederación de defensa mutua con el rey,
Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla,
Juan Pacheco, marqués de Villena y mayordomo mayor,
Pedro Girón, maestre de la Orden de Calatrava,
Álvaro de Zúñiga y Guzmán, II conde de Plasencia,
y Alonso Pimentel y Enríquez, III conde de Benavente.

Por esas fechas la esposa de don Diego, doña Elvira, aportó fondos
para la construcción de la Sinagoga del Campo, de Segovia,
hoy desaparecida
(«Elvira, mujer de Diego Arias,
hace entrega al maestre Samaya, físico de Enrique IV,
varios enriques de oro,
para la sinagoga del campo que a la sazón se obraba en Segovia»).

La familia continuó recibiendo prebendas,
siendo Juan Arias Dávila uno de los más beneficiados.

También los otros hijos, Pedro y Francisco,
fueron beneficiados por las mercedes reales.

Don Diego, como cabeza de su linaje,
en 1460 creó el mayorazgo de Puñonrostro
en favor de su hijo primogénito, Pedro Arias Dávila.
En 1461 fundó en Segovia
el Hospital de San Antonio de los Peregrinos.
El mismo año asumió el patronazgo
de la capilla mayor del convento Santa María de la Merced,
como lugar de enterramiento de los Arias Dávila.

El convento de frailes mercedarios
se erigió en un solar donado a éstos en 1412
por los tutores del rey Juan II.
Ese lugar había sido el emplazamiento de la Sinagoga Vieja,
que aparece documentada por primera vez
con motivo de esa donación.
Actualmente no queda ningún resto ni de la sinagoga ni del convento;
en el siglo XIX el espacio fue convertido en plaza,
la Plaza de la Merced, frente a la iglesia de San Andrés.

Desaparecieron así las tumbas de don Diego y doña Elvira,
aunque sus restos ya habían sido removidos con anterioridad.

Doña Elvira murió hacia 1463.
Se cree que don Diego falleció en Segovia en 1466.

En 1487 Diego Arias Dávila fue acusado post mortem de herejía
e investigado por la Inquisición.

En los archivos inquisitoriales, en unas 200 páginas,
se recoge información proporcionada por sus vecinos
sobre sus hábitos diarios
(vestimenta, comida, celebraciones, rezos,
rituales de boda y entierro...)


***


Juan Arias de Ávila y González o Juan Arias Dávila,
hijo menor de Diego Arias,
nació en Segovia hacia 1436.

En 1455 fue nombrado capellán de Enrique IV,
en 1458 obtuvo los puestos
de oidor de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid
y de protonotario apostólico,
en 1460 ocupó los cargos de deán de la catedral de Segovia
y canónigo de Burgos, Córdoba, Salamanca y Sevilla.

En 1461 el papa Pío II, a petición de Enrique IV,
lo nombró obispo de Segovia,
pero, debido a que sólo tenía 24 años de edad,
tuvo que esperar para acceder al cargo hasta los 28,
y entre tanto fue nombrado administrador de la diócesis de Segovia,
puesto que ocupó hasta 1466,
cuando accedió a la dignidad episcopal
y se incorporó también al Consejo Real,
al que perteneció con Enrique IV y con los Reyes Católicos.

Su actividad en el obispado se centró en cuatro aspectos:
consolidar el señorío episcopal,
reforzar la autoridad episcopal,
controlar el cabildo catedralicio
y reformar el clero de la diócesis.
Para ello celebró tres sínodos;
las actas y documentos del primero,
celebrado en la parroquia de Aguilafuente en 1472,
fueron recogidas e impresas en Segovia ese mismo año
en el “Sinodal de Aguilafuente”, primer libro impreso en España:

En 1466 Arias Dávila había fundado en Segovia
un Estudio General para formar eclesiásticos,
para el cual necesitaba libros.
En Italia el obispo había hecho amistad con Juan de Torquemada,
tío del inquisidor y abad del convento de Subiaco;
probablemente a través del abad,
Juan Arias conoció la recién inventada imprenta
antes de que ésta se introdujera en España.
Para proveer de libros a su Estudio, el obispo instaló en Segovia
la primera imprenta que funcionó en la península,
montada por el tipógrafo alemán Juan Parix de Heidelberg,
al que seguramente conoció en Italia
en una visita realizada al abad Torquemada.

La villa de Aguilafuente dio nombre
al primer libro que se imprimió en España.
El único ejemplar del Sinodal que se conserva
fue descubierto en la catedral en 1930 por el canónigo archivero
y está en el museo de la catedral de Segovia.
En 2003 se realizó en la iglesia de Santa María de Aguilafuente
una presentación del facsímil de la primera edición del Sinodal;
desde entonces, todos los años, el primer fin de semana de agosto,
se rememora el sínodo
escenificando, en la misma iglesia en que se celebró éste,
una obra de teatro llamada “El Sínodo de Aguilafuente”
en la que intervienen como actores unos 30 vecinos de la localidad
que se dirigen en comitiva
desde la Plaza de la Fuente hasta la Iglesia de Santa María,
donde reproducen la jornada del sínodo,
tratando temas relativos al comportamiento de los clérigos.

Puso monseñor Arias gran interés
en hallar los restos de San Frutos, patrón de la diócesis,
que según la tradición estaban enterrados en la catedral,
pero estaban perdidos desde hacía siglos.
Finalmente fueron hallados,
y actualmente se siguen venerando en la catedral.

Defendió el movimiento reformista de las órdenes religiosas
que se produjo durante el reinado de los Reyes Católicos.
En 1486, por deseo de la reina Isabel,
unificó los dos conventos franciscanos de Segovia en uno solo,
el convento de San Francisco,
y entregó el de San Antonio el Real a las clarisas.

Juan Guas llegó a Segovia en 1472
para concluir la capilla mayor del monasterio de El Parral.
El obispo Arias le encargó
la construcción del palacio episcopal,
la bóveda de la iglesia de San Miguel
y el claustro para la antigua catedral de Santa María,
trasladado posteriormente a la actual.

La catedral antigua se alzaba frente al Alcázar.
Fue destruida en la Guerra de las Comunidades.
Cuando, finalizada la guerra,
los canónigos quisieron reparar los destrozos,
Carlos I, en 1523, les ordenó reedificarla en otro sitio,
para alejar el peligro que su proximidad implicaba para el Alcázar,
muchas veces avisado por los reyes
y que los recientes acontecimientos habían confirmado.
En 1525 comenzó a construirse un nuevo templo
en el punto más alto de la ciudad, en la Plaza Mayor,
con las trazas presentadas en 1524 por Juan Gil de Hontañón;
en 1526 murió éste y asumió la dirección su hijo Rodrigo.

Juan Arias impulsó la reconstrucción del castillo de Turégano,
propiedad de la diócesis y próximo a Aguilafuente,
que se hallaba en ruinas cuando accedió a la silla episcopal.

Fue Juan Arias hombre culto, cercano al humanismo renacentista
y mecenas de las artes y las letras en su diócesis segoviana,
y compartió aficiones con su amigo el cardenal Mendoza.

Destacado bibliófilo, adquirió para la catedral numerosos códices
y donó a la misma toda su biblioteca personal.
Gran aficionado a la música,
construyó la sillería del coro de la catedral,
en sus sínodos hizo hincapié
en que los religiosos debían aprender a cantar el canto llano,
dotó una capilla musical
con maestros de capilla, cantores, organistas y mozos de coro
e hizo componer el Cancionero de la Catedral de Segovia,
que contiene 204 piezas musicales de música sacra y profana,
escrita e interpretada durante sus más de tres décadas
como obispo de la diócesis.

Mantuvo una lucha política con el inquisidor Tomás de Torquemada,
que condujo a que éste en 1487
abriera una investigación sobre sus padres,
su abuela materna, Catalina González,
y otros miembros de la familia,
bajo la acusación post mortem de criptojudaísmo.
En 1490 don Juan desenterró a sus padres
para evitar que los huesos fuesen quemados por la Inquisición
y se trasladó a Roma para tratar de frenar el proceso.
Los testimonios acusatorios eran sólidos
pero finalmente monseñor obtuvo del Vaticano
la absolución para su familia.

Murió en Roma en 1497.
Su cuerpo fue trasladado a la catedral de Segovia,
donde yace en la actualidad, junto al denominado altar del Crucifijo.
El escudo de armas de la familia figura en la catedral.


***


En la ciudad de Segovia existen buenos ejemplos de casas fuertes,
castillos urbanos con doble finalidad residencial y defensiva
de los que se conservan torreones
como el de Hércules, el de Lozoya, el de Arias Dávila...
Las familias nobles se aficionaron
a levantar estas atalayas en sus palacios
a causa de las desavenencias surgidas entre ellas.

El Palacio de los Arias Dávila, situado en la calle Colón,
junto a la plaza del Doctor Laguna,
fue construido por el patriarca de la familia, Diego Arias,
en estilo gótico-mudéjar, muy en boga en el reinado de Enrique IV.

De él se conserva en buen estado la torre,
aunque el cuerpo alto o caballero es un añadido porterior.

Está decorada con el tradicional esgrafiado segoviano.
Tiene ventanas con alfiz (recuadro de arco árabe).
La rematan almenas con blasones y aspilleras.

El palacio estaba dispuesto alrededor de un patio porticado.
Tenía dos torreones, de los que sólo se ha conservado uno.
La otra torre, menor, fue truncada
y oculta su traza bajo la moderna fachada.

En el siglo XVI, el nieto de don Diego y conde de Puñonrostro,
Pedro Arias Dávila (Segovia, 1468 – León Viejo, Nicaragua, 1531),
remodeló el palacio, pero conservó las torres.

En tiempos recientes, el palacio fue parador durante algún tiempo.


Después éste se cerró
y en el edificio se instaló la Delegación de Hacienda.
Desde 1943 las obras de reforma han sido constantes
(1978, 1999, 2000, 2003, 2007),
así que es muy poco lo que se mantiene del antiguo palacio medieval
(algunas salas situadas alrededor del patio,
cubiertas con artesonados)

Las columnas del patio,
columnas anilladas únicas en el renacimiento segoviano
y difíciles de datar,
han sido trasladadas al atrio de la iglesia de San Nicolás
y sustituidas por soportes de fundición.

El patio ha sido cubierto con un techo acristalado.

Resulta curioso que el palacio que construyó Arias Dávila,
tesorero del rey,
haya sido transformado en Agencia Tributaria.

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