miércoles, 30 de abril de 2014

SEGOVIA. Convento de San Francisco




Los franciscanos llegaron a la ciudad de Segovia hacia 1250.
Anteriormente, en 1231, se habían establecido
en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz,
cercano a Sepúlveda.


Obtuvieron la parroquia de San Benito,
que les sirvió de iglesia hasta que levantaron la suya.


El templo que erigieron los franciscanos
sólo tenía una capilla, en el lado del Evangelio, la de los Cáceres,
construida hacia 1324.


Tenía dos hornacinas interiores, en donde se encontraban,
en una, los restos del fundador de la capilla
y en otra los de Antón de Cáceres.
Antón de Cáceres, muerto en 1493, era hijo
de Antonio Martínez de Cáceres y de Inés Osorio de Virués
y había sido gobernador de la villa de Madrid y alcaide de su alcázar.


A la entrada de la capilla, en un nicho, se hallaba
la estatua orante de Francisco de Cáceres,
hijo de Antón de Cáceres y de María de Virués, muerto en 1522.


El claustro se construyó en el siglo XV,
durante el reinado de Enrique IV.


Así puede deducirse de su decoración:
los escudos de Castilla y León
y el emblema de las granadas, propio de dicho soberano.


Aunque no se sabe con certeza quién fue su autor,
se cree que pudo ser Juan Guas,
único arquitecto de prestigio presente en la ciudad
en las fechas en las que se calcula que fue construido.


***


En 1455, un año después de la coronación de Enrique IV,
fray Alonso de la Espina, franciscano de origen converso,
acudió al nuevo rey. 


Se trataba de informarle del conflicto que existía en Segovia
entre franciscanos observantes y franciscanos claustrales:


Los observantes eran partidarios de una vida más austera
y acusaban a los claustrales de haberse relajado
y no estar respetando la regla.


Fray Alonso, en nombre de los observantes, pidió al rey
que obligase a los frailes claustrales a entregar a los observantes
el convento de San Francisco.


El monarca dirimió el problema
donando a los franciscanos observantes la casa de El Campillo.


Allí fundaron un nuevo convento,
que se puso bajo la advocación de San Antonio.


En 1488, sin embargo, la reina Isabel, dentro de las reformas
realizadas en las órdenes religiosas bajo su reinado,
dispuso que los observantes regresaran al convento de San Francisco
y aplicaran allí su concepción de la Orden.


San Antonio fue ocupado por las clarisas,
rama femenina de los franciscanos.


Así los franciscanos claustrales de San Francisco
se convirtieron en franciscanos observantes.


***


Durante siglos el convento de San Francisco
fue uno de los más importantes de la ciudad.


En 1836 la Desamortización obligó a los frailes a abandonarlo.


El edificio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Segovia.


En 1862 el Alcázar de Segovia sufrió un gran incendio,
que obligó a buscar nueva ubicación para el Colegio de Artillería


(el Cuerpo de Artillería se había fundado en 1762
y su Colegio se inauguró en el Alcázar en 1764).


El Ayuntamiento cedió para ello el convento de San Francisco


(que ya desde 1844 estaba siendo utilizado como cuartel
y donde en 1854 se habían instalado
los subtenientes alumnos de la Escuela),


que desde entonces es la sede de la Academia de Artillería
(en 1867 el Colegio se reconvirtió en Academia),
y que es hoy el centro militar en activo más antiguo del mundo.


Tras ser ocupado por los artilleros,
el arquitecto Joaquín Odriozola y Grimaud
efectuó una reforma tan profunda en el convento
que éste prácticamente desapareció,
con excepción de su Iglesia y el claustro.


El claustro se adecuó como “Patio de Órdenes”.
En 1900 las bóvedas de la iglesia sufrieron un derrumbe,
lo cual determinó el derribo del templo.


***


En 1898 volvieron los franciscanos a Segovia,
por expresa petición del obispo don José Ramón Quesada.


En 1904, el sucesor de éste, don José Cadena y Eleta,
puso a disposición de la Orden
un inmueble propiedad de la diócesis segoviana,
en la calle de la Judería Vieja.


En el siglo XXI de esta comunidad sólo quedaban
tres frailes ancianos.


El 2 de julio de 2014 celebraron su última misa en Segovia,
tras la cual la Orden franciscana abandonó nuevamente la ciudad.


lunes, 28 de abril de 2014

SEGOVIA. Convento de Carmelitas Descalzos




A orillas del Eresma
y cerca del Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla,
se encuentra el Convento de Carmelitas Descalzos
fundado por San Juan de la Cruz.

Juan de Yepes - el futuro San Juan de la Cruz -
había nacido en Fontiveros (Ávila).

Entró en el Carmen calzado.
Conoció a Teresa de Jesús,
ésta le explicó su proyecto de reforma de la Orden
y el joven decidió acompañarla en la empresa.

Así fray Juan se convirtió
en el refundador de la rama masculina del Carmelo,
al igual que Teresa hizo con la rama femenina.

El primer convento de frailes descalzos
(con una regla mucho más rigurosa que los calzados)
fue fundado por fray Juan en Duruelo (Ávila), en 1568.

Los reformadores contaban con el apoyo de Felipe II,
a quien gustaba aquella radical reforma a la hispana
iniciada por la monja abulense.

En 1581, tras años de confrontaciones con los Calzados,
el Carmelo Descalzo fue reconocido como Orden independiente.


***


En 1582, el año de la muerte de Santa Teresa,
fray Juan llegó a Granada.
Acompañaba a las religiosas que iban a fundar allí
una comunidad de Descalzas.

Antes de instalarse en su nuevo convento,
las monjas tuvieron que hospedarse en casa de Ana de Peñalosa,
al romper la palabra dada quien les había prometido alojamiento.

El hospedaje en casa de doña Ana fue “harto bueno”
y se prolongó meses.
Fue yendo a confesar a las monjas en casa de doña Ana
como fray Juan trabó una amistad profunda con ésta y su hermano:

Don Luis de Mercado, Oidor de aquella Chancillería
(y después del Consejo de Castilla y del Supremo de la Inquisición)
y doña Ana de Mercado y Peñalosa, viuda de don Juan de Guevara.

Fray Juan se convirtió en confesor y consejero de la dama.
En Granada escribió, entre otros textos,
Llama de amor viva, dedicado a doña Ana.

Don Juan de Guevara había muerto en 1579
y había dejado en testamento parte de sus bienes
a destinar por su alma, según pareciese a doña Ana y don Luis,
con la condición que «ha de ser
en la ciudad donde mi cuerpo obiere de estar para siempre».

Los hermanos, en su calidad de testamentarios,
consultaron el caso a fray Juan
y éste les propuso hacer en Segovia, ciudad natal de los Mercado,
un convento de carmelitas descalzos.

En Segovia existía un convento de carmelitas descalzas desde 1574.
En aquella ocasión había acompañado fray Juan,
vicario entonces de las Calzadas de la Encarnación de Ávila,
a Santa Teresa y a las religiosas que con ella fueron a fundar.

En 1588 tanto fray Juan como doña Ana marcharon a Segovia.


***


La ciudad, por aquellas fechas,
en contraste con el decaimiento de otros núcleos urbanos castellanos,
se encontraba en pleno crecimiento por su floreciente industria textil,
que la había convertido en capital de la zona.
Era una de las ciudades más ricas y populosas de Castilla,
nombrada en todo el mundo por la excelencia de sus lanas y paños.

Acogía también por entonces manifestaciones de intensa religiosidad,
el asentamiento de diferentes órdenes religiosas
y la construcción de una catedral nueva
en sustitución de la antigua románico-gótica,
muy dañada a resultas de los conflictos comuneros.


***


Se eligió para la fundación
el emplazamiento de un antiguo convento abandonado,
a las afueras de la ciudad,
un convento de monjes trinitarios de Santa María de Rocamador,
del siglo XIII, del cual quedan algunos restos.


Pasó San Juan en Segovia los últimos años de su vida,
de 1588 a 1591,
trabajando en la construcción del convento como un operario más,
al mismo tiempo que se ocupaba de los asuntos de la Orden.


Dentro del perímetro conventual hay una zona de huertas.
En ella, sobre un peñasco, hay una ermita
que se cree fue edificada por San Juan.
Un poco más abajo se halla una cueva donde el fraile acudía a rezar,
una pequeña cavidad en la peña en la que apenas cabe un hombre,
y donde el santo al parecer alcanzó numerosos éxtasis;
sobre ese hueco se construyó tiempo después una segunda ermita,
en donde se conserva el tronco de un ciprés plantado por San Juan
y una talla del Nazareno que se dice que hablaba al santo.

Hoy está señalado un camino en cuesta que lleva a la ciudad
atravesando la muralla por la puerta de Santiago,
por donde San Juan solía subir al barrio de los Caballeros,
donde está el convento de carmelitas femenino
que fundara Santa Teresa de Jesús, y donde el santo celebraba Misa.


***


En 1591, debido a discrepancias con otros miembros de la Orden
sobre el rumbo que debía seguir la reforma,
fray Juan fue cesado de todos sus cargos.

Marchó a Andalucía sin llegar a ver terminado el convento segoviano.
El barbero de la comunidad carmelitana
le pregunta al despedirse: “¿Cuándo volverá por acá?”
Fray Juan le contesta: “Nunca”.

El fraile hizo escala en el desierto de La Peñuela, en Sierra Morena.
Allí enfermó. Fue trasladado a Úbeda en septiembre.
El prior del convento no lo acogió bien.
La enfermedad siguió avanzando.
Murió la noche del 13 al 14 de diciembre. Tenía 49 años.
Durante la enfermedad se había extendido por Úbeda
su fama de santo
y como tal fue despedido por la población en el entierro.
Fue sepultado en el convento de carmelitas de Úbeda.
La última carta del fraile, fechada en el retiro de La Peñuela,
iba dirigida a doña Ana del Mercado.

En 1675 fue beatificado por Clemente X.
En 1726 fue canonizado por Benedicto XIII.
En 1926 fue proclamado Doctor de la Iglesia por Pío XI.
En 1952 fue declarado patrono de los poetas españoles.
Y en 1991, con ocasión del cuarto centenario de su muerte,
fue nombrado Doctor Honoris Causa
por la Universidad de Salamanca.


***


Doña Ana de Peñalosa obtuvo del vicario general
licencia para llevar el cuerpo del santo a Segovia.
Pero se encontró con la firme oposición de la ciudad de Úbeda.
Así que se decidió llevar a cabo el traslado subrepticiamente.
Nueve meses después de la muerte del santo,
el alguacil de Corte, don Juan de Medina Ceballos,
se presentó en Úbeda “con vara alta de justicia”
y portador de unas cartas al Superior de la comunidad
para proceder a la exhumación del cadáver.
Pero el cuerpo del santo estaba todavía fresco
y hubo que suspender el intento.
Dos años más tarde el comisionado regresó.
«Se hizo una caja para llevarlo, y había salido la caja pequeña,
y así, para que cupiese, le encogieron las piernas, con que cupo;
y así lo llevaron»,
según relata un manuscrito
que se conserva en el convento de carmelitas ubetense.
La operación se efectuó furtivamente, a media noche;
salieron de prisa, antes de que la ciudad los viese.

El padre Francisco de San Hilarión,
que depuso para la beatificación del santo, cuenta que,
poco antes de llegar a Martos la comitiva,
«llevando el cuerpo por el camino,
vieron a un hombre, el cual había dado voces diciendo
“¿Dónde lleváis ese difunto, bellacos?
¡Dejá el cuerpo del fraile que lleváis...”».


Cervantes cuenta en el capítulo 19 de Don Quijote
(la “aventura de un cuerpo muerto”)
que una noche el hidalgo y su escudero vieron a unos encamisados,
con hachas encendidas en las manos y murmurando oraciones,
detrás de los cuales iba una litera cubierta de luto.
Don Quijote les salió al camino y dijo:
«Deteneos, caballeros, o quienquiera que seáis,
y dadme cuenta de quién sois, de dónde venís, adónde vais,
qué es lo que en aquellas andas lleváis».
Uno de los hombres le informa:
«Vengo de la ciudad de Baeza, con otros once sacerdotes,
que son los que huyeron con las hachas;
vamos a la ciudad de Segovia acompañando un cuerpo muerto,
que va en aquella litera,
que es de un caballero que murió en Baeza, donde fue depositado,
y ahora, como digo, llevábamos sus huesos a su sepultura,
que está en Segovia».
En esta escena se ha querido ver
el traslado de los restos de San Juan.


Frente al hecho consumado, Úbeda no se resignó
y entabló pleito con Segovia.
En 1596 el cabildo escribió al papa
y el 15 de septiembre Clemente VIII expidió
su Breve Apostólico “Expositum nobis fuit”,
en el que se reconocen los derechos de Úbeda
y se ordena la devolución del cadáver.
Además, según se recoge en el manuscrito del convento de Úbeda,
el papa recibió a don Pedro de Molina,
eclesiástico de Roma y hermano de don Lope de Molina y Valenzuela,
tesorero de la iglesia de Santa María, de Úbeda,
a quien, junto con el obispo de Jaén, iba dirigido el Breve Pontificio,
y le dijo estas palabras:
«Cuando vaya vuestro hermano a Segovia por el cuerpo de Juan,
diga que va a negocios nuestros, y váyase a posar al Convento,
y después de cenar diga al Prior que se vaya a la Iglesia,
que le quiere comunicar el negocio a que va,
y entonces, estando en la Iglesia,
que haga que un notario, que llevará como criado,
le notifique nuestras Letras y Breves y mándele,
so pena de excomunión,
que guarde secreto, y coja el cuerpo con sus criados,
y sáquelo de noche de Segovia sin parar, y llévele a Úbeda».
El pontífice preveía las dificultades.

El obispo de Segovia, don Bernardo de Sandoval y Rojas,
prometió el cumplimiento del Breve,
pero propuso tratar el tema amistosamente
con el Superior General del Carmen.
Hubo dilaciones.
Y finalmente, Úbeda se conformó con que le fuesen devueltas
sólo una mano y una tibia del reformador.

Los restos de San Juan de la Cruz yacen, pues, en Segovia
sin permiso del Papa.
Y habiéndose enfrentado sus portadores al mismo Don Quijote.


***


A comienzos del siglo XVII se terminaba el templo segoviano.
En una capilla del lado del Evangelio
fueron sepultados doña Ana y don Luis.


San Juan fue enterrado en esa capilla de los Mercado,
donde desde el principio se le rindió culto.
En 1647 el decreto “non cultu” ordenó la desaparición de dicho culto.
En 1675, tras la beatificación, se restableció el culto.
En 1692 se rehizo la capilla.
En 1927 el artista Félix Granda construyó el actual mausoleo.


El resto de las edificaciones anexas al templo
son añadidos que se han ido sucediendo sobre la fábrica original.
La última reforma es de 1972,
cuando se cerró el claustro con una estructura metálica acristalada.


***


El 10 de abril de 1992, siguiendo la instrucción
de la Congregación para las Causas de los Santos, de Roma,
en presencia de autoridades de la Iglesia y de la Orden carmelitana,
se abrió el sepulcro donde se encuentran los restos del místico.

Dichos restos fueron analizados por varios expertos,
entre ellos el director del laboratorio de los Museos Vaticanos.


Se han obtenido datos que revelan
que el fraile falleció de una septicemia
como consecuencia de una erisipela en la pierna izquierda.

El cuerpo se conserva bastante bien.
El cráneo está parcialmente cubierto de tejido,
en los maxilares quedan dientes en buen estado
y se mantienen completos los órganos de fonación.
Le faltan los dos brazos y las dos piernas de la rodilla para abajo,
que han sido repartidos como reliquias.

Tras el estudio, los restos fueron devueltos a su sepulcro de Segovia
el 14 de diciembre de 1992, festividad de San Juan de la Cruz.


***


En mayo de 2011 hubo cierto escándalo
entre algunos grupos católicos
con motivo del anuncio de unas jornadas
que se iban a celebrar en el mes de junio
en el convento de carmelitas segoviano,
que gestiona un “Centro de Espiritualidad”.
Se trataba de unos días de “convivencia fraternal”
organizados por una logias masónicas
(el Directorio Nacional de las Logias Escocesas Reunidas
del Gran Priorato Rectificado de Hispania).

La convocatoria indicaba:
«Está previsto que asistan al mismo
Hermanos Rectificados de otras Obediencias masónicas
y extendemos la invitación a cualquier otro Hermano Masón
que tenga interés en asistir.
Tendrá lugar una Tenida ordinaria
de la R. L. Caballeros de la Rosa nº 1.
Después, dentro de los tiempos asignados al seminario,
se presentarán algunos trabajos masónicos de formación».


Al parecer tales jornadas se habían celebrado ya
en el mes de junio de los años 2005, 2007 y 2009,
en los que habían tenido lugar en el convento
seminarios de formación sobre la masonería.


En 2011, sin embargo, el revuelo producido
hizo que el Vicario General de la Orden emitiera un comunicado:

«A la vista de las dudas surgidas en torno a la ortodoxia
del “Directorio Escocés Nacional
del Gran Priorato Rectificado de Hispania",
el Director del Centro verificará
con ellos mismos y con las autoridades religiosas competentes
la naturaleza de dicha asociación.
De resultar esta asociación
fuera de la comunión con la Iglesia Católica,
el encuentro será, evidentemente
y como no puede ser de otro modo, suspendido”
[…]
Ni la Orden, ni la Provincia de Castilla de Carmelitas Descalzos,
a la que pertenece el convento de San Juan de la Cruz,
ni la comunidad que custodia dicho convento
alojarían un encuentro
de asociaciones contrarias a la Iglesia Católica.
Somos hijos de Santa Teresa, hija de la Iglesia».

Días después se hacía público
que las jornadas habían sido suspendidas
por decisión de la Orden carmelita.

Un portavoz carmelita explicaba a un diario segoviano
que inicialmente la reunión había sido autorizada
«sin saber que se trataba de esto [un acto de carácter masónico],
al igual que autorizamos otros encuentros de espiritualidad,
siempre y cuando sus postulados no vayan
en contra de la doctrina de la Iglesia».

A finales de junio el Gran Priorato
publicaba que la convivencia había tenido lugar,
sin indicar dónde,
y los mismos que habían denunciado la convocatoria sospechaban
que quizás finalmente la reunión se celebró en el convento.
Luego dejó de hablarse del tema...