lunes, 27 de abril de 2015

BURGOS. Puerta de Santa María (II)



En febrero de 1520, Carlos I llegó a Burgos
de camino a las Cortes de Santiago, en las que el monarca quería
que los representantes castellanos votaran un impuesto
que sufragara su viaje a Alemania para ser coronado emperador.
En Castilla reinaba el descontento
por la excesiva presencia de flamencos en la corte del nuevo rey.

Una comisión ciudadana, encabezada
por el merino mayor Juan de Rojas, marqués de Poza,
y el escribano mayor Juan de Zumel,
recibió del rey, en la Puerta de San Martín,
el juramento que debía hacer al entrar por primera vez en la ciudad,
que le comprometía a guardar y hacer cumplir
los fueros, derechos y libertades de Burgos y los burgaleses.
(Zumel ya le había exigido prestar una promesa parecida
en las Cortes de Valladolid de 1518).

Quizás los burgaleses recordaban en esos momentos
el legendario episodio de la jura de Santa Gadea.


***

Para recibir al rey, se levantaron en la ciudad arquitecturas efímeras.

Nada más pasar la Puerta de San Martín, se alzó un arco triunfal
en el que aparecían las figuras de los héroes burgaleses
Rodrigo Díaz y Fernán González.


Acompañando a estas imágenes se colocaron varias inscripciones.
Una de ellas decía:
«Naturales de aquí fueron
estos siempre vencedores
tantas batallas vencieron
que sus famas los pusieron
junto a los emperadores».


***

Unos años después, en 1531, la ciudad decidió
la construcción de un arco de triunfo permanente,
dedicado al emperador,
adosado, a modo de fachada-telón, a la vieja puerta de Santa María,
la más importante entrada de la urbe.
El retablo tenía un claro programa iconográfico propagandístico;
con él, el concejo agradecía al monarca el perdón
otorgado a los burgaleses tras el fin de los tumultos comuneros.


Bajo la protección de la Virgen y del Ángel Custodio de la Ciudad,
que en la mano izquierda sostiene la maqueta de la villa
y con la derecha blande una espada,
aparecen los personajes más ilustres de la ciudad:


Diego Porcelos, repoblador de la urbe en el año 884.

Laín Calvo y Nuño Rasura,
míticos jueces de los tiempos fundacionales.

Fernán González, primer conde independiente de Castilla,
arranque del futuro proyecto hispánico.

Y el Cid.

Estos dos últimos blanden espadas
y flanquean la imagen del emperador,
que se sitúa un poco más alta que ellos.


Las estatuas fueron colocadas en el año 1553.

(En la Anacephaleosis, escrita en 1456
por el obispo burgalés don Alonso de Cartagena,
se había trazado una Genealogía del Cid,
que hacía al prohombre heredero de la monarquía visigoda
y lo ligaba con los reyes de Castilla.
Los linajes de los Jueces de Castilla, de Fernán González y del Cid
confluían en la monarquía hispánica).


***

En 1602 se pintaron los muros de la Sala de la Poridad del Arco.
Este espacio era el principal ámbito del edificio, sede del Consistorio.
Aquí, se desarrolló un programa iconográfico
en el que se repiten las mismas figuras que en la fachada,
añadiéndose la de Felipe II.

Los antiguos héroes burgaleses se presentaban
como modelos de comportamiento para los regidores de la ciudad.

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